Por Valeria Edelsztein y Sebastian Waisbrot
¿Por qué elegimos lo que elegimos? ¿Existe el libre albedrío? ¿Somos conscientes de nuestras elecciones? No tenemos ni idea. Pero nos embarcamos en este estudio para tratar de entender si existe alguna motivación para tener una hornalla favorita. Miles de respuestas, horas de debate, ríos de tinta (electrónica), toneladas de análisis después llegamos a algunas conclusiones y acá se las compartimos.
A lo largo de dos días, una increíble cantidad de 4949 personas respondieron a la encuesta anónima que preparamos. Eso nos indica (1) que nos encanta responder encuestas, (2) que el tema de las hornallas favoritas es de interés poblacional y/o (3) que preferimos dedicar tiempo a estos menesteres en lugar de a otras cuestiones más urgentes. No somos quiénes para juzgar.
Es importante tener en cuenta que la encuesta fue voluntaria (¿por qué obligaríamos a alguien a decirnos cuál es su hornalla favorita siendo un tema tan personal?) y la muestra autoseleccionada así que no es necesariamente representativa de la población en general.
Para el análisis de datos “limpiamos” previamente la muestra eliminando aquellas respuestas que no tenían sentido. Por ejemplo, personas que habían puesto que su altura era 3.1416. Sin duda, quienes somos seres del bien amamos a pi, pero definitivamente no puede ser la altura de una persona.
Hecha esta limpieza, la muestra final consistió en las respuestas de 4939 personas.
Debido al amplio compromiso de la población con la resolución de la encuesta, decidimos realizar un análisis estadístico de los resultados a conciencia. Para eso, en muchos casos aplicamos el coeficiente de correlación de Pearson para analizar la dependencia entre dos variables, también usamos p-valores para decidir si había diferencias significativas entre distintas poblaciones, en un caso aplicamos una distribución binomial e, incluso, hicimos un test con nombre de Vodka:Kolmogorov–Smirnov.
Podríamos decir que la hornalla favorita de la población que analizamos es la que más gente prefiere. En este caso (suenen trompetas): adelante y a la derecha seguida muy, muy de cerca por adelante y a la izquierda.
Datos, no opinión. No nos vengan con pucheritos si no ganó su favorita.
Más allá de este resultado, algo más interesante es tratar de entender si existen razones para que esto sea así. Para intentar dilucidarlo, desarrollamos algunas hipótesis, es decir ideas de comportamiento que esperamos, e intentamos validarlas (o no) a partir de los datos que recolectamos.
¿Los diestros usan más las hornallas derechas y los zurdos más las izquierdas? La respuesta es sí, pero muy poco. La lateralidad no parecería influir en nuestro favoritismo hornallil (de ahora en más, FH).
Para saber si la posición de las hornallas respecto de la mesada es una variable importante a la hora de discernir el FH, nos quedamos sólo con los datos de quienes tienen mesada a uno de los costados. En este caso encontramos que sí hay diferencias significativas. ¡Alegría!
¿La gente con criaturas teme que toquen accidentalmente las hornallas delanteras y por eso usan más las de atrás? Aparentemente sí. Vemos que es algo que pasa bastante. Sin embargo, no llega a ser la mayoría de los casos. Evidentemente la seguridad infantil no parecería ser prioridad a la hora de elegir una hornalla favorita. POLÉMICO.
Es de destacar que varias personas comentaron que les quedó la costumbre de usar hornallas traseras aún cuando sus criaturas ya han dejado el hogar hace rato. Sabemos que anécdota no es evidencia, pero no perdamos de vista que estamos analizando una encuesta sobre hornallas.
¿La gente alta prefiere las hornallas más atrás que la gente más baja? Sí, un poco. La gente cuyo FH se inclina por las de atrás es, en promedio, 2 cm más alta.
¡Atención! No es cierto que elegir las hornallas de atrás a partir de ahora te agregará 2 cm. Parece obvio pero es importante aclararlo. Tampoco tomen lavandina, por el amor de Bohr.
Supusimos que, de usar un encendedor, sería más cómodo prender la hornalla más “cercana” así que decidimos validar esta hipótesis y parece que sí, hay una correlación significativa en este sentido.
Somos gente intensa. Y los datos lo validan: las hornallas más fuertes suelen ser preferidas a las demás.
Para llegar a esta conclusión primero tuvimos que analizar cuál era la probabilidad aleatoria de elegir esa hornalla. Entonces, por ejemplo, si las 4 hornallas funcionan y solamente una es alta, la probabilidad de elegirla al azar es 1/4 (0,25) pero si hay dos hornallas altas, se convierte en 2/4, es decir 0,5. En el gráfico se muestra la probabilidad esperada (aleatoria) en barras blancas y la ocurrencia según nuestros datos en verde. Vemos que, para todos los casos, la probabilidad de elegir la hornalla con más intensidad es mayor que la esperada por azar.
Nuestra primera hipótesis era que la edad no tenía nada que ver con el FH. Pero cuando analizamos los datos, el resultado fue sorprendente: a priori la edad parecía predecir una preferencia por hornallas traseras. MISTERIO Y ESTUPOR.
¿Cómo explicar esto? Pensamos que, quizás, la gente de más edad tenía o había tenido (recordemos que somos animales de costumbre) criaturas. Por eso, decidimos controlar por esa variable. Una vez que nos quedamos sólo con gente que no tiene criaturas, vimos que la preferencia desaparecía. AHORA SÍ.
Era una linda hipótesis, pero no encontramos diferencias significativas entre géneros en este aspecto.
Los hombres demuestran usar más las hornallas traseras. Pensamos que esto podía deberse a cuestiones de altura y presencia de criaturas en el hogar. De hecho, al controlar por niñes, la tendencia desaparece.
Y acá es donde se pone divertido (?).
Si quisiéramos saber qué características hay que considerar para determinar la hornalla favorita de una persona de la cual no conocemos su FH, podríamos dividir el problema en dos partes:
Sobre esta base, construimos un modelo sencillo de aprendizaje automático para determinar reglas que nos permitieran predecir los dos componentes del FH en función de los datos de una persona. Las reglas que encontramos fueron las siguientes.
Se prefiere una hornalla delantera siempre y cuando la hornalla de mayor intensidad no esté atrás y no haya criaturas en la casa.
En este caso el modelo fue, por decirlo de alguna manera, más “creativo”.
Se prefiere una hornalla de la izquierda si ocurre cualquiera de las siguientes condiciones:
¿Cuánto entendemos ahora acerca de nuestra preferencia de hornallas? Un poco más que antes. Con las reglas que propuso el modelo, pudimos asignar correctamente el FH un 34% de las veces, mientras que al azar sólo lo hubiesemos logrado un 25%.
Se podrían intentar obtener mejores resultados con estos datos usando modelos más complejos, o preparando los datos de otra forma, o quizás sea necesario hacer una encuesta más profunda para entender el subconsciente humano. Pero tampoco podemos descartar la alternativa de que muchas personas tengan un FH caprichoso y arbitrario, que no pueda ser explicado por la ciencia.
Si llegaron hasta acá es porque realmente tenían interés en el tema. Como valoramos profundamente ese compromiso, y a la manera de recompensa pixareana, he aquí el bonus track post-créditos.
Tres personas cada mil respondieron que tenían hornallas mixtas, es decir algunas a gas y otras eléctricas. Algunas de ellas también nos avisaron que su horno era eléctrico, lo cual escapa al objeto de estudio de esta encuesta, pero es bueno saberlo.
Ciertas personas señalaron que su disposición hornallística no se acomodaba a las especificaciones de la encuesta. Aparentemente hay hornallas ubicadas en forma de cruz (“No tengo 2 hornallas delante y 2 detrás, están en las esquinas de un rombo. Una delante, dos al centro, una detrás”) e, incluso, hornallas quíntuples donde una de ellas está en el centro. ¿Qué decir? La búsqueda estilística tiene sus desventajas. Por ejemplo, no poder responder adecuadamente este dispositivo metodológico de indagación. Es el precio a pagar.
Aprendimos que las cocinas vitrocerámicas se consideran hornallas eléctricas.
¡Mucha gente prende las hornallas con encendedores!
Pero lo que es más extraño, varias de estas personas lo hacen con encendedores sin gas o rotos. Y, más extraño aún, esas personas sintieron una fuerte necesidad de compartirlo, nos imaginamos con orgullo. Algunos comentarios simpáticos a esta pregunta -y otros que nos hacen dudar acerca de cómo la humanidad sigue viva- fueron:
También hubo gente que nos abrió su corazón:
¡Ah! Y aprendimos algo fundamental: no hay que poner opción “Otros” porque después ponen esas respuestas y ordenar los datos es un lío. Se los dejamos como moraleja de la historia. Después de todo, es importante compartir la sabiduría.